Mientras recojo mi destino del frío suelo de la cocina, todo da vueltas a mi alrededor. Mi destino se hallaba en aquella pluma que guardaba bajo llave mi abuelo.
Su escritorio estaba abierto y la pluma descansaba en el suelo. No había ni rastro de mi abuelo, pero sobre la mesa de la cocina encontré unas cuartillas que, con letra discreta y pulcra, contaban las últimas peripecias de mi abuelo.
Lo último que escribió fue: "Desaparecí y en medio de la cocina quedó la pluma mágica. Espero que mi nieta la encuentre, me busque y no se pierda por el camino. La pluma es muy traicionera..."
M. D. Alvarez
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