Tenía que encontrar la famosa y misteriosa fuente que proporcionaba la juventud imperecedera, no para mí, sino para mis padres, quienes no habían tenido la oportunidad de disfrutar de una juventud sana y feliz.
Había oído que se encontraba en uno de los enclaves más misteriosos y no hallados hasta el momento, en la enigmática ciudad de Palchenkal, más conocida por el nombre de Ciudad Esmeralda. Había encontrado un mapa antiquísimo y raído, pero en el que se podía ver la ubicación exacta de dicha ciudad.
En el mismo mapa se mostraban las dos pruebas que debía pasar el morador que quisiera llevarse sus aguas. La primera prueba era muy sencilla: tenía que enfrentarme con su guardián, un hombre leopardo, al que vencí fácilmente. Bueno era yo para ganar peleas.
La segunda prueba era saber si yo sería digno de llevarme sus aguas, a lo que prometí regresar para proteger su secreto.
Así lo hice. Tras darles de beber el mágico líquido, ellos dos volvieron a ser jóvenes y disfrutaron de una juventud plácida y feliz.
Yo regresé a la sagrada ciudad de Palchenkal, donde me convertí en su guardián. Nadie más logró beber del agua de la fuente de la juventud eterna. Aún hoy en día sigo guardando la entrada a la misteriosa, enigmática y críptica ciudad.
M. D. Alvarez
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