miércoles, 3 de julio de 2024

Romántico empedernido.

Mientras ella dormía plácidamente, él la observaba con ternura, adoraba sus pecas, sus ojos verdes, su naricita respingona, su preciosa boca y su cuerpo. Amaba a aquella mujer. Esa noche sucumbió a sus deseos, ella también lo amaba.

Se dio cuenta de que ella lo  observaba cada vez que pasaba por delante del gimnasio donde él entrenaba. Creía que no se había dado cuenta, pero la sorprendió cuando se lo encontró frente a su lugar de trabajo y la invitó a cenar. 

De eso habían pasado un mes y medio. El resto de sus citas fueron una auténtica sorpresa, él era un romántico empedernido y lograba sorprenderla cada día con una sorpresa tras otra. 

Aquella noche le había pedido que se casara con él y no pudo decirle que no, había ganado su corazón por méritos propios.

M. D. Alvarez 

Lágrimas.

Sus lágrimas eran lo que más temía. No sabía si eran de dolor o de alegría.

Ella era lo que más quería en el mundo y la sola idea de que le hicieran daño le volvía loco.

¡Ay de aquellos que se interpusieran entre ellos dos, saldrían mal parados! Su corazón fue, es y será siempre suyo.

Nadie la tocaría si querían conservar sus vidas, él era su valedor. Su fuerza crecía según iba aumentando su amor por ella, haciéndose invulnerable e inseparable de ella. Aquellas lágrimas eran de alegría, ¡estaba embarazada de su garante!

M. D.  Alvarez 

Pintame angelitos negros.

Aquella canción me hacía llorar como una magdalena. Manuel Álvarez Maciste escribió una canción. Pero antes de ser canción, fue un poema titulado "Píntame angelitos negros", de Andrés Eloy Blanco. En este poema se cuestiona la discriminación implícita y llama a la reflexión sobre el racismo que se manifiesta en diferentes aspectos de la cultura.

Cuando me paseo por el mundo y observo la diversidad de géneros y matices, no puedo más que suponer que hay gente retrógrada que se cree mejor que los demás, y es entonces cuando vuelve a mí el espíritu de los angelitos negros. Todos somos iguales pero a la vez diferentes. 

Y escribiendo con su canción de fondo y con las lágrimas a flor de piel, intento plasmar los sentimientos que me abruman en este momento. Estoy triste y melancólica. No encuentro cómo expresar los sentimientos que me invaden al escuchar esta canción. 
M. D. Alvarez 

La pluma.

Mientras recojo mi destino del frío suelo de la cocina, todo da vueltas a mi alrededor. Mi destino se hallaba en aquella pluma que guardaba bajo llave mi abuelo.

Su escritorio estaba abierto y la pluma descansaba en el suelo. No había ni rastro de mi abuelo, pero sobre la mesa de la cocina encontré unas cuartillas que, con letra discreta y pulcra, contaban las últimas peripecias de mi abuelo.

Lo último que escribió fue: "Desaparecí y en medio de la cocina quedó la pluma mágica. Espero que mi nieta la encuentre, me busque y no se pierda por el camino. La pluma es muy traicionera..."

M. D.  Alvarez 

martes, 2 de julio de 2024

Agraciado.

No reconocía al hombre que tenía frente al espejo, y eso que sabía que era yo. 

Había cambiado, era algo palpable; ya no parecía el mismo que se acostó la noche pasada. 

Lo único que quedaba de él eran aquellos ojos verdes que seguramente me harían irresistible a las mujeres, o por lo menos más atractivo para las féminas. 

De todas formas, debo moderar mi comportamiento con ellas. Debía ser galante, romántico y detallista, porque si sigo tratándolas de igual modo, me evitarían como a la peste.

M. D. Alvarez 

Corazón de oro.

Su aspecto no era del todo corriente. Tenía una belleza interior arrebatadora e impactante.

Su figura tremendamente sugerente y estilizada emanaba una increíble sensualidad que arrollaba con todo.

Nadie podía resistirse a sus encantos. Pero lo verdaderamente interesante se hallaba oculto en lo más profundo de su ser.

Tenía un corazón puro de oro que ocultaba para que no se lo rompieran. Solo se lo entregaría a quien supiera mirar en su interior.

M. D. Alvarez

Respeto.

Qué dolor tan horrible estoy sufriendo. Me debato entre abandonarlo todo o seguir aguantando la falta de respeto.

¿Por qué se juzga por el aspecto físico y no se va más allá de las apariencias?

Bajo esta fachada late un corazón como el vuestro. Aunque mi aspecto físico sea diferente, soy igual que vosotros.

Si me insultan, sufro; si me pegan, lloro; y si me faltan al respeto, me molesto como los demás.

Sé que soy especial, pero no tanto como creéis.

Así que piénsenlo mejor antes de insultar a alguien diferente, porque ustedes también son diferentes.

M. D. Alvarez 

Hermanos mayores.

Tras un lapso de tiempo considerable, por fin se dignaban a aparecer.

Se habían hecho esperar, pero cuando más los necesitábamos, se presentaron como nuestros salvadores. ¡Qué equivocados estábamos! Lo que nosotros considerábamos como una ayuda desinteresada sería una deuda de por vida.

Debíamos sospechar que a estas alturas de la centuria no vendrían con otros planes y sus ideales no eran tan altruistas.

No querían salvarnos, querían aniquilárnos y quedarse con nuestro planeta de origen, de donde ellos surgieron como los primeros. Pero tuvieron que abandonarlo por temas de superpoblación.

Ahora regresan para salvaguardar su planeta de origen. Eso sí, nos dieron un ultimátum: o dejamos de destruir el planeta y lo abandonamos, o nos atendríamos a las consecuencias.
¡Qué podíamos hacer! Ellos eran los primeros nacidos y, por tanto, nuestros hermanos mayores.

M. D. Alvarez 

lunes, 1 de julio de 2024

La constelación de los pastores.

Ahora, allá arriba, había cinco estrellas más que conformaban una nueva constelación que recibiría el nombre de la Constelación de los pastores.

Estas luminarias fueron cinco aguerridos pastores que prefirieron morir a entregar el ganado de su padre.

Su padre, el rey Nicomedres, lloró amargamente la muerte de sus cinco hijos e imploró a los dioses que pudiera verlos cada noche, aunque fuera en sueños.

Zeus se apiadó de él y le concedió poder verlos cada noche en el firmamento estrellado.

Cuentan que a partir de aquella noche brillan cinco estrellas rutilantes que un día fueron pastores y se alzaron al cielo por el poder del padre de los dioses.
M. D.  Alvarez