Ese
sería el aspecto que tendría mi cuarto, sino fuera que tenía una más, que
estaba oculta. Esa era la que más me gustaba, porque era oscura y cálida. En
ella me sumergía en mi mundo.
Un
mundo lleno de fantasía e ilusión. Que en comparación con las otras cuatro
esquinas. Era mucho más increíble que el
mundo en que vivimos.
Pero
quien nos dice que este mundo tiene que tener sólo cuatro esquinas y no
multitud de rincones, donde poder disfrutar de sus encantos y momentos mágicos.
Recodos
pobladas de todo tipo de criaturas, a cada cual más enigmática e interesante.
© M. D. Álvarez
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