Llevaban diez días de marcha, cuando los cetreros
avistaron un gran lobo gris precioso. Turkan, el cetrero mayor, lanzó su águila
real a la caza de aquel lobo gris.
Cuando
estaba a punto de clavar sus garras sobre el lomo del lobo, sucedió algo
extraordinario. El animal se irguió sobre sus patas traseras atacando al
águila, que pereció decapitada de un mordisco.
Turkan
tuvo la sensación de que se le encogía el corazón. El lobo le miraba fijamente
alzado sobre sus patas traseras. Estaba mirando cara a cara a un licántropo.
Que era una de las criaturas más sanguinarias de la naturaleza.
Y
ahora lo habían atacado. No tendrían perdón sería exterminados por el propio licántropo.
M. D. Álvarez
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