sábado, 10 de marzo de 2012

Oscuridad perpetua.


En plena oscuridad sentía que algo se iba acercando muy lentamente. Algo que no supe identificar, pero del cual emanaba  maldad lúgubre y negra.

Se aproximaba muy sigilosamente, casi mejor para mi no ver lo que se me venía encima. Digo casi mejor,  pues pude vislumbrar un amasijo de monstruos unidos entre sí.

Yo era su puerta de acceso a este mundo, pero iba a vender cara mi posesión. Ya que una vez dentro de mí no podría salir. Le había preparado una sorpresa. Tan solo me quedaba un minuto de vida. ¡Cuando deje este mundo esa oscuridad morirá conmigo!

¡Oh, dios mio, si me he dejado el mechero en casa!

© M. D. Álvarez

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