Mucho mejor el dragón que mamá.
El era más seguro. Me devoraría y ahí acabaría mi calvario.
En cambio, mamá me haría sufrir
una vergüenza tras otra hasta que escarmentara o se le olvidara por qué me
había castigado.
Estaba decidida. Me iría a ver al
dragón ya que mamá no me perdonaría en la vida. Había destrozado su mejor
vajilla. Nada más y nada menos que la que le había regalado su madre cuando se
casó.
© M. D. Älvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario