La mujer que iba en el coche a mi lado, me resultaba
vagamente familiar.
-¿No la he visto antes? –Preguntó dubitativo.
- Papá, soy tu hija. Respondió cariñosamente.
-Si… mi hija. Repitió pensativo.
Al cabo de media hora
volvió a preguntar: - ¿De qué nos conocemos?
- Soy Angelica, tu hija.
– Reiteró amorosamente.
- ¿Y a dónde vamos?
- A un lugar muy bonito. - Dijo ella, tratando de ocultar
una furtiva lágrima, mientras al fondo aparecía el cartel de la Residencia
Prados Soleados. Le había hablado muy bien de aquel geriátrico especializado en
pacientes con Alzheimer.
© M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario