domingo, 22 de diciembre de 2013

Aristeo y la abeja.

- Pequeños detalles sin importancia, son los que hacen grandes a los héroes. – Dijo Quirón a su aprendiz.

- Maestro ¿cómo puede hacerme grande, no espachurrar esta diminuta abejita? – Preguntó el joven Aristeo.

- Muy fácil, si le perdonas la vida a esa pequeñina te devolverá el favor cuando más lo necesites. - Sentenció el sabio Centauro.

Aristeo no lo comprendió del todo, pero no la mató. Y al cabo de unos años hizo honor a su nombre, el guardián de las abejas, pues aquella abejita le mostró los secretos de la apicultura.


© M. D. Álvarez

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