Érase una vez una noche muy fría en la que los moradores de
la calle buscaban cobijo del gélido viento que azotaba todos los rincones.
Sólo los más valientes hacían frente a la intemperie con su
botella de vodka y su manta raída del ejército de salvación para entrar en
calor. Ellos eran la última barrera de defensa contra los afilados dientes del
viento del norte que acechaban en la fría noche.
©M D Álvarez
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