sábado, 26 de mayo de 2012

Poder absoluto.


Algún día se enterarían de quién era el que movía los entresijos del poder.
Nadie estaría seguro. Pues  podía llegar a cualquier lugar del planeta. Con sólo chasquear los dedos hacía que apareciera un millar de esbirros.

Era una persona corriente, en apariencia. Pero detentaba un poder que era casi inimaginable. Su red de contactos era universal. Si quería contactar con alguien sólo tenía que cerrar os ojos y desearlo. Su séquito se lo traían. 

Si no conseguía lo que quería era mejor no  estar cera de él, pues su aura era tan negra, que rozarle te fulminaba.

© M. D. Álvarez

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