O si no te desheredo, dijo el conde a su hijo. Tú verás qué haces con tu vida, volvió a recriminarle para que reaccionara.
Pero su hijo no estaba por la labor de satisfacer al conde, su padre.
Y se negó rotundamente. No quería pertenecer a una familia que no podía reflejarse en los espejos y se alimentaba de todos aquellos que se negaban a servirles.
Él quería salir al mundo y disfrutar de los cálidos rayos del sol, que tanto molestaban a su padre...
M. D. Alvarez
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