Relatos

domingo, 23 de noviembre de 2025

El Terminus Mundi. 3ra parte.

Tras los preparativos acelerados, fletaron un jet privado que Marcus pilotó personalmente. Aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de Basra, alquilaron un vehículo y se dirigieron a la ciudad de Nasiriya, donde alquilaron dos camellos, pues no había carretera hasta la ciudad de Tell Abu Shahrein. La antigua Eridu hizo el recorrido de 24 kilómetros en media hora.

Marcus ayudó a descender del camello a Angie y se dirigieron a una colina cercana donde El Terminus Mundi decía que había un acceso al gran templo de los dioses oscuros. Descubrieron que la corona era la cúspide de un gran zigurat. Accedieron por el santuario en el que había una gran mesa policromada, las siete ornacinas donde todavía se encontraban las estatuillas de los siete dioses principales de Sumeria, presidido por el señor de los cielos, Enlil, acompañado por su esposa, Ninlil, seguido de An, Uti, Ninhursa, Nanna y Nammu.Todos ellos bellamente tallados en vanadinita.

Se dirigieron a los aposentos del dios; por ahí había un pasadizo que se iba adentrando en el interior del zigurat. Al llegar a la primera plataforma o planta baja, descubrieron que había un acceso oculto a otro nivel. Siguieron descendiendo en las entrañas de aquella nueva edificación, que al parecer era un zigurat invertido. Al llegar al santuario, Marcus descubrió que los dioses oscuros eran criaturas dantescas; las figurillas de las hornacinas eran grotescas y aberrantes. Sacó el Terminus Mundi y lo depositó sobre el atril que había ante el gran altar de obsidiana roja.

Leyó uno de los pasajes que sellaría y detendría el ascenso del Anlul, señor del mal y contrario al dios de los cielos, Enlil. Angie permanecía detrás de Marcus. Algo sucedió; de pronto, la sala se iluminó de forma extraordinaria. Las estatuillas parecieron tomar vida, danzando fantasmagóricamente, hasta que la luz se tragó las figuras danzantes.

—¿Ya está? —preguntó Angie.

—Sí, lo hemos logrado. Hemos sellado la entrada de los dioses oscuros, refirió Marcus. —Ahora debemos salir cuanto antes; el Terminus Mundi refiere que habrá una destrucción total del zigurat invertido.

Los dos ascendieron trabajosamente hasta llegar a la primera planta y siguieron ascendiendo hasta el santuario. Justo cuando se estaban alejando, la tierra comenzó a ceder, afectando tanto al zigurat invertido como al zigurat de Enlil.

—¿Marcus, qué vas a hacer con el Terminus Mundi? —preguntó Angie.

—Es un libro demasiado peligroso e interesante. Lo guardaré bajo siete candados por si algún día los dioses oscuros tratan de alzarse otra vez —respondió Marcus.

M. D.  Álvarez 

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